Ángeles Mecánicos


¿El humo viene de fuera o de dentro? Los aviones eran ángeles mecánicos en una guerra secreta contra el cambio climático y la radiación ultravioleta, flotaba un gas que achicharraba el cerebro durante semanas o meses, como un carbón encendido que se va consumiendo. Los primeros síntomas eran hastío y vómitos. Después aparecía un olor a cigarrillo tenue como el recuerdo del sueño. Cuando el envenenamiento alcanzaba los nervios padecíamos ataques de verborrea, hasta los seres más grises y prosaicos desbordábamos adjetivos vivaces y muecas histriónicas, poseídos de una vitalidad ajena. Nos descascarábamos en la noche para amanecer con cenizas al pie de la cama. Nadie hablaba de esto, no se investigaba, no importaban los hilos de humo que salían de las casas:

 

- Es el cuarto director en cuatro meses, el último duró diez días. No sabemos qué está pasando en la región, se han muerto tres compañeros, el presupuesto está y no se hace concurso para remplazar el personal. Contraloría viene y dice que le podemos explicar, pero que si no cumplimos nos van a sancionar –expuso el subdirector de industria y lo aplaudimos. 

- No tenemos papel, ni empleado de limpieza, ni impresora o internet… Estamos más de treinta años en la institución, somos vulnerables y tenemos comorbilidades. Estoy en una oficina con dos personas enterrados en papeles y no avanzamos –palmas empáticas para el director de pesca. 

- Morimos, no nos remplazan y los sobrevivientes cargan con las responsabilidades del muerto. Nuestros administrados nos gritan: Son unos vagos, nuestro expediente está hace año y medio –no recuerdo a qué área pertenecía, también lo aplaudimos. 

- Nunca he dejado de venir, tenía que atenderlos, ellos también se estaban muriendo y necesitan sus licencias para trabajar y comer. Lo que más nos duele es que no tenemos a quién enseñar lo que sabemos –palmas con llanto tácito para el gerente de desarrollo humano. 

Nada podíamos resolver, vinimos a presentarlos y conocerlos dentro del marco oficial. Se desnudaron, nos confiaron sus miedos y nos contagiaron.

 - ¿Y si son los aviones, señor gerente? 

- ¿Los aviones? ¿A qué se refiere? 

- Las muertes, los síntomas… ¿si son provocados por los aviones? 

- Imposible. 

- Fíjese, cuando pasaban seguido había más muertes. 

- Son para limpiar el aire, las muertes bajaron porque pasaban más seguido. 

- ¿Está seguro? 

- Claro, la fuerza aérea los autoriza, fumigan en varios países. 

- ¿Y si no fuera así? 

- ¿No ve las noticias? Infórmese antes de alarmar con tonterías. 

- Disculpe, no quería… 

 - No tiene pruebas, son conjeturas descabelladas. Es como si le dijera que las vitaminas son veneno. Esos aviones traen esperanza. ¿Para qué… para qué más confusión? Agradezca… que tiene un empleo… 

Comenzamos a toser y un coro de toses nos siguió desde las oficinas. La flota que zumbaba en el cielo había llegado demasiado tarde. Los sentidos se fueron apagando uno tras otro y el pensamiento escapó con el humo del cuerpo que ardía. 

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