Lo más sabio del mundo es gritar antes de que te hieran. No es bueno gritar después de ser herido; especialmente después de haber sido herido mortalmente. La gente habla de la impaciencia del pueblo, pero los historiadores saben que la mayorÃa de las tiranÃas han sido posibles porque los hombres se movieron demasiado tarde. A menudo es esencial resistir una tiranÃa antes de que exista. No es una respuesta para decir, con un optimismo lejano, que el plan sólo está en el aire. Un golpe de hacha sólo puede ser rechazado mientras está en el aire.
Hoy en dÃa existe un esquema de acción,
una escuela de pensamiento, tan colectiva e inconfundible como cualquiera de
los que sólo por su agrupación podemos delinear la historia. Es un hecho tan
firme como el Movimiento de Oxford, o los puritanos del Largo Parlamento; o los
jansenistas; o los jesuitas. Es una cosa que puede ser señalada; es una cosa
que puede ser discutida; y es una cosa que todavÃa puede ser destruida. Se
llama por conveniencia "Eugenesia"; y que debe ser destruida me
propongo demostrar en las páginas que siguen. Sé que significa cosas muy
diferentes cosas para diferentes personas; pero eso es sólo porque el mal
siempre se aprovecha de la ambigüedad. Sé que es alabado con altas profesiones
de idealismo y benevolencia; con retórica de lengua de plata sobre una
maternidad más pura y una posteridad más feliz. Pero eso es sólo porque el mal
es siempre halagado, como las Furias se llamaban "Las Graciosas". Sé
que cuenta con muchos discÃpulos cuyas intenciones son completamente inocentes
y humanas; y que se asombrarÃan sinceramente de que lo describa como lo hago.
Pero eso es sólo porque el mal siempre gana a través de la fuerza de los
espléndidos incautos; y en todas las épocas ha habido una alianza desastrosa
entre la inocencia anormal y el pecado anormal. De estos que son engañados
hablaré, por supuesto, como todos lo hacemos de tales instrumentos;
juzgándolos por el bien que creen que hacen, y no por el mal que realmente
hacen: Pero la eugenesia misma existe para aquellos que tienen suficiente
sentido para ver que las ideas existen; y la eugenesia, en grandes o en
pequeñas cantidades, de forma rápida o lenta, impulsada por buenos o malos
motivos, aplicada a mil personas o aplicada a tres, la eugenesia en sà misma es
una cosa que no se puede negociar, como el envenenamiento.
No es realmente difÃcil resumir la
esencia de la Eugenesia: aunque algunos de los eugenistas parecen ser bastante
vagos al respecto. El movimiento consta de dos partes: una base moral, que es
común a todos, y un esquema de aplicación social que varÃa un buen acuerdo.
Para la base moral, es obvio que la responsabilidad ética del hombre varÃa con
su conocimiento de las consecuencias. Si estuviera a cargo de un bebé (como el
Dr. Johnson en esa torre de visión), y si el bebé estuviera enfermo por haberse
comido el jabón, posiblemente buscarÃa un médico. PodrÃa llamarlo lejos de
casos mucho más graves, de las cabeceras de los bebés cuya dieta habÃa sido
mucho más mortÃfera; pero estarÃa justificado. No se podÃa esperar que yo
supiera lo suficiente de sus otros pacientes para estar obligado (o incluso con
derecho) a sacrificarles el bebé del que era principal y directamente
responsable. Ahora bien, la base moral eugenésica es esta: que el bebé del que
somos principal y directamente responsables y directamente responsable es el
bebé no nacido. Es decir que sabemos (o podemos llegar a saber) lo suficiente
de ciertas tendencias inevitables de la biologÃa para considerar el fruto de
alguna unión contemplada en esa luz directa y clara de la conciencia, que ahora
sólo podemos fijar en el otra parte de esa unión. Un deber puede concebirse ser
tan o más definido que el otro. El bebé que no existe puede ser considerado
incluso antes que la esposa que sà existe. Ahora bien, es esencial comprender
que ésta es una nota comparativamente nueva en la moral. Por supuesto, la gente
sana siempre pensó que el objetivo del el matrimonio era la procreación de
hijos para gloria de Dios o según el plan de la naturaleza; pero si
consideraban que esos hijos eran la recompensa de Dios por el servicio o la
prima de la naturaleza por la cordura, siempre de la naturaleza, siempre
dejaban la recompensa a Dios o el premio a la naturaleza, como algo menos
definible. La única persona (y este es el punto) hacia quien uno podÃa tener
deberes precisos era el socio en el proceso. Considerar directamente las
reclamaciones del socio era lo más parecido a considerar indirectamente las
reivindicaciones de la posteridad. Si las mujeres del harén cantaban alabanzas
al héroe como el musulmán montado en su caballo, era porque le correspondÃa a
un hombre; si el caballero cristiano ayudaba a su esposa a bajar de su caballo,
era porque le correspondÃa a una mujer. Este tipo de derechos, definidos y
detallados no predicaban del bebé que no habÃa nacido; considerándolo en esa
luz agnóstica y oportunista en la que el Sr. Browdie consideraba al hipotético
hijo de la señorita Squeers. Pensando que estas relaciones sexuales eran
saludables, naturalmente esperaban que produjeran hijos sanos; pero eso era
todo. La mujer musulmana sin duda esperaba que Alá enviara hermosos hijos a una
esposa obediente; pero no habrÃa permitido que una visión directa de tales
hijos alterara la obediencia. No habrÃa dicho: "Ahora seré una esposa
desobediente; como me informa la docta sanguijuela que los grandes profetas
suelen ser hijos de esposas desobedientes". El caballero sin duda esperaba
que los santos le ayudaran a tener hijos fuertes, si hacÃa todos los deberes de
su estación, uno de los cuales podrÃa ser ayudar a su esposa a bajar del
caballo; pero no se hubiera refrenado de hacerlo porque habÃa leÃdo en un libro
que las caÃdas de los caballos a menudo resultaba el nacimiento de un genio. Tanto
el musulmán como el cristiano habrÃan pensado que tales especulaciones no sólo
eran impÃas y totalmente inconvenientes. Estoy bastante de acuerdo con ellos;
pero ese no es el punto aquÃ.
El punto aquà es que una nueva escuela
cree la eugenesia contra la ética. Y se demuestra con un hecho conocido: que
los heroÃsmos de la historia son en realidad los crÃmenes de la eugenesia. Los
libros y artÃculos de los eugenistas están llenos de sugerencias de que las
uniones no eugenésicas deben y pueden llegar a ser consideradas como
consideramos pecados; que deberÃamos sentir realmente que casarse con un
inválido es una especie de crueldad con los niños. Pero la historia está llena
de alabanzas a personas que han mantenido sagradas esas uniones con inválidos;
de casos como los del Coronel Hutchinson y Sir William Temple, que
permanecieron fieles cuando la belleza y la salud habÃan sido aparentemente
arruinadas. Y aunque las enfermedades de Dorothy Osborne y la Sra. Hutchinson
no caigan bajo las especulaciones eugenésicas (no lo sé), es obvio que podrÃan
haberlo hecho; y ciertamente no habrÃa hecho ninguna diferencia en la opinión
moral de los hombres sobre el acto. No discuto aquà cuál es la moral que
prefiero; pero insisto en que son opuestas. El eugenista realmente presenta
como santos a los mismos hombres que cientos de familias han llamado cobardes.
Para ser coherentes, deberÃan poner estatuas a los hombres que abandonaron sus
amores a causa de la desgracia corporal; con inscripciones celebrando al buen
eugenista que, al caer su prometida de una bicicleta, se negó noblemente a
casarse o al joven héroe que, al enterarse de que un tÃo tenÃa erisipela,
rompió magnánimamente su palabra. Lo que es perfectamente claro: que la
humanidad, hasta ahora, ha considerado el vÃnculo entre el hombre y la mujer
sagrado, y el efecto de esto en los niños tan incalculable, que siempre han
admirado el mantenimiento del honor más que el mantenimiento de la seguridad.
Sin duda, pensaron que incluso los niños podrÃan no ser peores por no ser hijos
de cobardes y de los que rehúyen; pero éste no era el primer pensamiento, el
primer mandamiento. Brevemente, podemos decir que mientras muchos sistemas
morales han establecido restricciones en el sexo casi tan severas como
cualquier eugenista podrÃa establecer, casi siempre han tenido el carácter de
asegurar la fidelidad de los dos sexos entre sÃ, y dejar el resto a Dios.
Introducir una ética que haga que esa fidelidad o infidelidad varÃe con algún
cálculo sobre la herencia es la más rara de todas las cosas, una revolución que
no ha ocurrido antes.
Es justo decir aquÃ, aunque el asunto
solo debe ser tocado, que muchos eugenistas contradicen esto, al afirmar que la
habÃa una razón conscientemente eugenésica para el horror a las
uniones que comienzan con la célebre negación al hombre el privilegio de
casarse con su abuela. El Dr. S. R. Steinmetz, con esa espeluznante sencillez
de mente con la que los eugenistas hielan la sangre, observa que "todavÃa
no sabemos con certeza cuáles fueron los motivos del horror" de esa cosa
horrible que es la agonÃa de Edipo. Con una intención totalmente amistosa le
pido al Dr. S. R. Steinmetz que hable por sà mismo. Conozco los motivos para
considerar a una madre o hermana como separadas de otras mujeres; tampoco
he llegado por cualquier investigación curiosa. Los encontré donde encontré una
aversión análoga a comer un bebé en el desayuno. Los encontré en una
detestación arraigada en el alma humana a que le guste una cosa de una manera,
cuando ya te gusta de otra manera bastante incompatible. Ahora bien, es
perfectamente cierto que esta aversión puede haber actuado eugenésicamente; y
por ello tuvo una cierta confirmación y base en las leyes de la procreación.
Pero realmente no puede haber ningún eugenista tan aburrido que no vea que esto
no es una defensa de la Eugenesia, sino una negación directa de la eugenesia.
Si algo que ha sido descubierto por fin por la lámpara del aprendizaje es algo
que ha sido actuado desde la luz de la naturaleza, esto (hasta donde llega) es
claramente un argumento para molestar a la gente, sino un argumento para
dejarlos tranquilos. Si los hombres no se casaron con sus abuelas cuando era,
por lo que sabÃan, una hábito más higiénico; si ahora sabemos que
instintivamente evitaban el peligro cientÃfico; eso, tan lejos como se pueda,
es un punto a favor de dejar que la gente se case con quien quiera. Es
simplemente la afirmación que la selección sexual, o lo que los cristianos
llaman "enamorarse", es una parte del hombre en la que se puede confiar,
en bruto y a largo plazo. Y esa es la destrucción total de esta ciencia de
golpe.
La segunda parte de la definición, los
métodos persuasivos o coercitivos que deben emplearse, la trataré con más
detalle en la segunda parte de este libro. Pero un resumen como el siguiente
puede ser útil aquÃ. En el pasado insondable de nuestra raza
encontramos la suposición de que la fundación de una familia es la
aventura personal de un hombre libre. Antes de que la esclavitud se perdiera
lentamente bajo el nuevo clima del cristianismo, puede o no ser cierto que los
esclavos se criaban en cierto modo como el ganado, valorados como un como un
ganado prometedor para el trabajo. Si fue asÃ, lo fue en un sentido mucho más
vago y suelto que la crianza de los eugenistas; y tales filósofos modernos leen
en el antiguo paganismo un fantástico orgullo y crueldad que son totalmente
modernas. Puede ser, sin embargo, que los esclavos paganos tenÃan alguna sombra
de las bendiciones de los cuidados de los eugenistas. Es bastante seguro que los
paganos libres habrÃan matado al primer hombre que lo sugiriera. Quiero decir
que lo sugirió seriamente; porque Platón era sólo un Bernard Shaw que
desafortunadamente hizo sus chistes en griego. Entre los hombres libres, la
ley, más a menudo el credo, la más común de las costumbres, han establecido
todo tipo de restricciones en el sexo por esta razón o aquella. Pero la ley y
el credo y la costumbre nunca se han se han concentrado fuertemente sino en
fijar y mantener la familia una vez hecha. El acto de fundar la familia,
repito, fue una aventura individual fuera de las fronteras del Estado. Nuestros
primeros y olvidados antepasados dejaron esta tradición tras ellos, y nuestros
últimos padres y madres, hace unos años nos habrÃan tomado por locos al hablar
de ello. La definición general más breve de la eugenesia en su aspecto práctico
es que, en mayor o menor grado, propone controlar algunas familias como si
fueran familias de esclavos paganos. Más adelante trataré la cuestión de
las personas a las que se puede aplicar esta esta presión; y la cuestión, mucho
más desconcertante, de qué personas la aplicarán. Pero se aplicará, como
mÃnimo, por alguien a alguien, y eso sobre ciertos cálculos de crianza que se
afirma que son demostrables. Hasta aquà el tema en sÃ. Yo digo que esta cosa
existe. Lo defino tan estrechamente como pueden definirse los asuntos que
implican evidencia moral pueden ser definidos; lo llamo Eugenesia. Si después
de esto alguien decide decir que eugenesia no es el griego para esto, me conformo
con responder que "caballeroso" no es el francés para
"caballero"; y que esos juegos controvertidos son más de caballo que
caballerescos.
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